Durante mucho tiempo la obtención de paraísos artificiales estaba restringida a aquellos que poseían la imaginación de un niño o a los que acababan enganchados a algún estupefaciente. La posibilidad de abstraernos en la virtualidad que la red nos ofrece, nos acerca muchas veces a estos paraísos tan adictivos y a veces dañinos como la peor de las drogas.

Este corto de Achero Mañas me impresionó de sobremanera. Disfrútenlo